“__¡ Menos mal que eran invitaciones!
Tuve el impulso de agarrar la radio y tirarla por la ventana, pero
empezó a dolerme la cabeza, me metí en la cama y me dormí.”
“Tokio Blues de Haruki Murakami”
La Invitación.
La habitación
estaba en penumbra, solo la luz que salía por la puesta del cuarto de baño,
dejaba ver el cuerpo que yacía sobre la cama.
__Siempre te
pasa lo mismo, cuando es algo mio, algo que a mí me gusta, como sabes dar donde
duele.__ En su enfado tiro al suelo la radio, que ofrecía un consiento dirigido
por Karajan.
El llanto
ahogaba sus reproches y empezaba a dolerle la cabeza, pero no se rendía.
__¿Sabes lo
que te digo? Qué, no respondes verdad; esa invitación me costó mucho trabajo
conseguirla, y así me pagas todos mis desvelos por ti. Te arrepentirás, pero
contéstame, con tu silencio no conseguirás que me quede.
Miriam sale
del cuarto de baño, perfectamente arreglada con un bonito traje de cóctel.
__Sammmmmmmmm
!!!, es la última vez que te lo pregunto. ¿Vas a venir?, o ¿Tendré que acudir
sola, una vez más?.
Viendo que Sam
no se movía de la cama. Cogió su cartera de mano. Salió del dormitorio, bajo
las escaleras y dio un gran portazo al salir a la calle.
Pobre Miriam,
lo que empezó siendo un antojo, se ha convertido en pura obsesión.
Y allí quedo
sobre la cama, Sam el muñeco hinchable.