28 de enero de 2018

El Banco




Un día estuvo nuevo y fue solido, ya que fue construido con noble madera. Cuando lo colocaron  esperaban mucho de él.

Tendría que ser cómodo, incluso confortable, con buenas vistas y como estaba ubicado en alto, seguro que fresquito.

Su objetivo, proporcionar descanso al paseante, de seguro que aguanto algún grafiti y la meada de felices perretes.

Pero hiciera frio o calor, incluso con lluvias torrenciales, ahí estaba el, estoicamente esperando para cumplir su digna misión: proporcionar un rato de descanso.

Fue lugar de encuentro de jubilados, descanso de abuelitas que gentilmente esparce migas de pan a los pajaritos, placido lugar donde las mamas dan la merienda a sus retoños, relajante emplazamiento para ávidos lectores,  lugar de asueto de chavales que juegan a la pelota, apoyo improvisado para estiramientos del corredor. Y como no, nido de amor para enamorados.

Todos esos cometidos, los cumplió fielmente, todos los días del año. Y ahora mira su lamentable estado de abandono. Le pagamos sus nobles servicios con la ingratitud y el olvido.

Que ingrata la condición humana.

El Banco de España cifra en 60.600 millones las pérdidas por el rescate a la banca

Y yo me pregunto, a este digno servidor ¿Quien lo rescata?.



31 de diciembre de 2017

Tiempo






Parece que a los minutos les han quitado segundos, que los días son más cortos, los meses pasan volando y otra vez año nuevo.

De esto hablaba hace unos días con mi tío Pepe. 

Es verdad, conforme nos vamos haciendo más viejos, el tiempo pasa más deprisa. Antes no te dabas cuenta de estas cosas; sí, también podría  ser otra virtud de la juventud.

Recuerdo lo largo que podría llegar a ser un verano y a la vez lo corto, todo dependía de donde una quisiera estar.

También solía decir: “Cuando  sea  mayor, voy…”, más tarde llego él: “Cuando yo pueda votar…”. Ahora suelo decir: “Cuando yo era… o cuando yo tenía…”.

Qué razón tenía Chavela cuando cantaba: “El tiempo pasa, nos vamos haciendo viejos”.

525.600 minutos tenemos por delante, con  suerte si no le quitan muchos segundos.


Me dará tiempo a…




4 de febrero de 2017

El Vecino.




¿Quién no tiene un vecino? Todo el mundo tiene un vecino, me atrevo a ratificar. Eso sí, el vecino puede ser bombero, carnicero, protésico dental, diputado, jardinero o vete tú a saber.

Yo también tengo un vecino, pero mi vecino es muy especial. Es “ATEO”, como lo lees, sí es ateo; y como tal lo lleva  en mucha honra.




Y nada, sales del súper y te lo encuentras, con su pancarta, con lo que haya que contar ese día, pues el cambia casi a diario sus reflexiones, que a bien comparte con el vecindario.




En la puerta del centro de salud, te lo puedes cruzar sobre el medio día. Yo siempre lo abordo y le comento la frase del momento y por supuesto se deja fotografiar muy amablemente. Es de carácter alegre, dialogante y feliz, claro el está libre de pecado y eso da mucha tranquilidad.




El es muy partidario del  escritor, filósofo y matemático Bertrand Russell (1872-1970). Nacido un 18 de mayo, en Trelleck, Gales, Reino Unido.





Bertrand, el caballero de la lógica, fue premio Nobel de literatura 1950, fue varias veces a prisión por defender sus ideales, viajero incansable y defensor de los derechos de la mujer. Murió de gripe un dos de febrero.





Mi vecino “El Ateo”, reparte  un papelito donde podemos leer, la famosa analogía de  “La Tetera Voladora”, que dice así:

“Si yo sugiriera que entre la Tierra y Marte hay una tetera de porcelana que gira alrededor del Sol en una órbita elíptica, nadie podría refutar mi aseveración siempre que tuviera cuidado en añadir que la tetera es demasiado pequeña como para ser detectada incluso por los telescopios más potentes. Pero si yo dijera que, puesto que mi aseveración no puede ser refutada, dudar de ella es de un atrevimiento intolerable por parte de la razón humana, se pensaría con toda razón que estoy diciendo tonterías. Pero si la existencia de tal tetera se viene afirmando en libros antiguos, se enseña como verdad sagrada cada domingo, y se inculcó en la mente de los niños, dudar de su existencia se convertiría en una forma de excentricidad y quien lo hiciera merecería ir directo al psiquiatra en este tiempo de ilustración o al inquisidor en tiempos anteriores".  



Estas son las cosas que hacen muy especial a mi vecino.
Todas las personas deberíamos tener un vecino ateo. ¿O no?
Espero encontrármelo pronto.