Un día
estuvo nuevo y fue solido, ya que fue construido con noble madera. Cuando lo
colocaron esperaban mucho de él.
Tendría
que ser cómodo, incluso confortable, con buenas vistas y como estaba ubicado en
alto, seguro que fresquito.
Su
objetivo, proporcionar descanso al paseante, de seguro que aguanto algún grafiti
y la meada de felices perretes.
Pero
hiciera frio o calor, incluso con lluvias torrenciales, ahí estaba el,
estoicamente esperando para cumplir su digna misión: proporcionar un rato de
descanso.
Fue
lugar de encuentro de jubilados, descanso de abuelitas que gentilmente esparce
migas de pan a los pajaritos, placido lugar donde las mamas dan la merienda a
sus retoños, relajante emplazamiento para ávidos lectores, lugar de asueto de chavales que juegan a la
pelota, apoyo improvisado para
estiramientos del corredor. Y como no, nido de amor para enamorados.
Todos
esos cometidos, los cumplió fielmente, todos los días del año. Y ahora mira su
lamentable estado de abandono. Le pagamos sus nobles servicios con la
ingratitud y el olvido.
Que
ingrata la condición humana.
El Banco de España cifra en
60.600 millones las pérdidas por el rescate a la banca
Y yo me
pregunto, a este digno servidor ¿Quien lo rescata?.