De siempre me han gustado las puestas de sol, de hecho tengo muchas fotos de puestas de sol, pero lo más curioso, es que todas son en la playa, la que he elegido, no tiene ni una semana; es de una cala de Roche, para ser más exacta, Coníl de la Frontera, Cádiz; atardecer del sábado 27 de agosto del 2011.
Los atardeceres siempre te hacen reflexionar, pararte a pensar, es un instante mágico, único, pero por fortuna repetido.
Contemplamos el panorama, con su multitud de matices, sus olores, sus melodías, su majestuosidad sin fin, pero a la vez, nos hacemos consientes, de nuestra pequeñez, tómanos conciencia del tiempo, pero del tiempo pasado, de lo que fuimos, de ese barco que va navegando por la bahía de nuestra vida, atracando en esos lejanos puertos, donde el momento aconteció: unas risas, unos llantos, unos amores, unos suspiros que dejamos al partir, para continuar, otra vuelta más… un no parar.
Desapareció, en cuestión de segundos se fue; su ausencia nos deja: pasmados, embelesados, cautivados, desamparados; pero a la vez: encandilados, ilusionados, deseosos, esperanzados. Pues sabemos que mañana volverá.