Vendría a tener unos 4 ó 5 años, era un medio día de verano, estaban en el pueblo de la tía Concha, un pueblo pequeño, de casa bajas, paredes encalas, suelo de albero pero tenía acerado. La luz lo invadía todo, el cielo de un celeste intenso y despejado, podríamos decir que la claridad, llega a ser cegadora.
Ahí estaba ella, frente a una calle ancha, sin trafico, era principio de los sesenta. Ella había recorrido muchas veces esa calle, con su madre cuando iban a comprar, a la tienda de ultramarinos, ancá Remedios, una señora muy agradable y vecina de su tía Concha, pues la casa de su tía estaba al final de calle, justo al fondo, ya que esa calle no tenia salida, se abría a la derecha con una placita, la Plaza del Niño Jesús nº 3, esa era la casa de su tía, una casa de planta baja, pero grande, tenía varios patios, pues sus tíos criaban gallinas; una vez subiendo por las escaleras de la azotea, le pico una avispa.
En el patio principal, había en el centro una fuente con una ranita, que echaba agua por un tubito que tenia en la boca, era de azulejos sevillanos pintados en verdes, amarillos y azules, alrededor unos bancos de hierro forjados y plantas muchas plantas, con flores y un gran jazmín, que por las noches con su fragancia ahuyentaba los mosquitos, por eso su tía todas las tardes se colocaba en el pelo, una moña de jazmines.
Hoy, la habían dejado ir sola ancá Remedios, cosa no muy habitual, al bajar el escalón de la puerta de la tienda, se giró a su derecha.
Y ahí estaba ella, frente a esa calle, casi cegada por el resplandor de las paredes blancas, el amarillo del albero y el sol sobre su cabeza. Cuando comenzó a andar, se dio cuenta que al fondo de la calle, no estaba la fachada de la casa de su tía, con las ventanas y la gran puerta de dos hojas de madera; en su lugar había, un tren.
Ella solo llegaba a ver los vagones de un tren, que comenzaba su lenta marcha, hacia la derecha. Se inquieto y sus piernecitas comenzaron a andar, la invadió una angustia jamás sentida antes, sintió un miedo nuevo y esa calle se volvió mas larga.
Ella se percató, que dos personas le decían, adiós con la mano, desde la ventanilla de un vagón, parpadeo varias veces, para aclarar su vista y vio que esas personas, que le decían adiós con la mano, eran su madre y su padre, que sonrientes y felices, iban en ese tren.
Ella acelero sus cortos pasos, dejo caer lo que llevaba en sus manitas, mientras se preguntaba, por qué se iban sin ella, por qué la dejaban allí sola.
La calle se hizo larga, yo diría, sin fin.
Me encantó!!!!!!
ResponderEliminarEse vocabuario tan "especiá" con esos vocablos que inmediatamente me llevan a Andalucia.
Este fin de semana estuvimos en Sevilla... casi ná.... ¡¡¡Guardo tan buenos recuerdos!!!!
Muy buena la alegoría del tren pasando... muy emotiva.
Un besito "mi arma"...
Final triste y tierno a la vez de esa pobre niña. En esas pocas lineas has descrito muy bien esa calle típica de un pueblo, donde todos se conocen y muchos son familia. En el pueblo de mi madre por lo menos pasaba eso, todos eran primas o tias de primos hermanos.
ResponderEliminarUn abrazo
Carmen Andújar
Perfectamente ambientada tu historia en esa calle encalada y esas casas de patio andaluz, ranitas incluidas. Vidas que se entrecruzan, conviencia intensa y cotidiana, tranquilidad absoluta. No entiendo bien el suceso de la niña viendo marchar en ese tren que se aleja,a sus padres. ¿La abandonan?, ¿La dejan a cargo de la tía Concha?.
ResponderEliminarUn abrazo.
que tristeza...seguro que la niña lo pasaría fatal ante aquella perdida. Perfecto retrato de un pueblo andaluz y de unos sentimientos tan propios que me reconozco en ellos.
ResponderEliminarMe ha encantado. Un besazo
Maru:
ResponderEliminarEspero que la próxima vez, que vengas a Sevilla, nos tomemos unas cervezas muy fresquitas.
Besos sevillanos
Carmen:
Todos los pueblos tienen su encanto, este pueblo existe, se llama Gerena y esta muy cerca de Sevilla.
Besos familiares
Pepe:
¿Quieres saber más?, nunca sabremos si la abandonan.
Besos curiosos
María José:
Viniendo de toda una escritora, tu halago a mi relato me sonroja.
Besos agradecidos.
Os cuento, este relato es un sueño que he tenido, miles de noches de mi vida y la niña era yo.
Al final de la calle comenzaba un nuevo principio; me resulta repleta de simbolismos. No sé si quedarme con la pérdida de los padres o con la de la infancia...
ResponderEliminarBikiños
Si los padres sonreían es porque se iban contentos, la dejaban en buenas manos. Difícil tarea les tocó.
ResponderEliminarMuy bueno, amiga. Bravo.
No solo la historia, sino la forma en que la narras me parece exquisita. Personal y muy viva.
ResponderEliminarSobre la historia, estremecido quedo, momento de la verdad a tierna edad.
Muchos besos, Atalanta.
XoseAntón:
ResponderEliminarHola bienvenido a Mi Mundo, pues simbolismos tiene que tener tela, digno de diagnostico, este sueño me acompaño durante muchísimo tiempo.
Besos sinceros
Verónica:
Esos padres eran los míos, afortunadamente solo se fue él. Me alegra tu visita.
Besos cómplices
Juan Carlos:
Que listo es el subconsciente, me hablaba mientras dormía.
Tu visita siempre me pone las pilas jajaj!!!.
Besos vivos
Conozco el pueblo, el que me has descrito, porque pertenece a una historia y me has dejado entrar en ella, para mostrarme sus casas y la idiosincrasia, de sus gentes. Cuando somos niños vivimos las situaciones de una manera especial, supongo que hay sensaciones que no se pueden olvidar.
ResponderEliminarUn beso
Atalanta,con lo cerca que estamos, ¿no es hora de que hagamos "un poder" y nos conocemos?.
Matices:
ResponderEliminarEso esta hecho, claro que nos vemos. Dicen que los sueños son liberadores, pues este sueño me tuvo que liberar a mí durante muchísimo tiempo.
Besos vecinos
Me encantó el retaro del pueblo, tan vívido e iluminado, me lo imaguino como un lugar donde nunca llueve, ¿me equivoco?
ResponderEliminarPor lo demás, es duro dar contrta la pareda a tan tiernos sentimientos.
Te mando un beso Cecilia
Ceci
Ceci:
ResponderEliminarQue me gustan tus visitas tocaya, si normalmente en la provincia de Sevilla llueve poco; seguramente en mi sueño tubo que salir un perrito, pero eso no lo recuerdo.
Besos ultramarinos
De sobra se como son de blancas las casas y como se recuesta el verano en los tejados, me son familares los patios, las gallinas y hasta la marcha sin despedida del tren... me recuerda los que emigraron en los sesenta a la ventura dejando a sus niños al cuidado de otros...
ResponderEliminarUn beso
hay que historia..una calle sin fin...con suspenso... con tanto para dejar sin volver... beso.
ResponderEliminarAtalanta me has llevado hasta el pueblo en el que nací, se llame como se llame es igual casas encaladas,, suelo de albero. Y esa niña allí plantada !que Triste! ¿la tomó alguien al fin de la mano?
ResponderEliminarLindo paseo.
Un abrazo.
Una pena por la niña ... tan chiquita y sin entender porqué la dejaban.
ResponderEliminarTriste relato, me encantó la imagen de esa calle
Un saludo